viernes, 1 de julio de 2011

¡No se trata de competir!

Hace varios meses me nació la inquietud de aprender sobre cine, específicamente guionismo y documental. Con el objeto de informarme, conseguí una cita con Juan Francisco Urrusti, cineasta documental y profesor del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC). Una de las cosas más determinantes que me dijo fue que, para hacer cine, no es suficiente con tener algo que decir, sino que además “tienes que ser tú misma, mostrarte tal cual eres”.

Hablando de cine, Little Miss Sunshine es una de mis películas favoritas. El guión y los personajes son excelentes, y no menos lo es su claro mensaje: ¡SE TÚ MISMO!

La familia protagónica acompaña a Olive, una niña de siete años, a un concurso de belleza infantil en el que va a participar, junto con otras niñas que, a diferencia de ella, parecen muñequitas. Es una familia singular: el padre Richard, la madre Sheryl, el medio hermano Dwayne, el tío Frank y el abuelo Edwin, viven y se toleran bajo el mismo techo. Problemas económicos, pleitos, adicción a las drogas, Nietzche, Proust, homosexualidad, depresión, y una Combi amarilla sin clutch, son algunos elementos que caracterizan a estos peculiares personajes.

Quienes la han visto, sabrán de lo que hablo al comentar que la participación de Olive en el concurso parece absurda: es una niña regordeta y sin gracia ni talento; la familia, sin ganas y sin dinero, tiene que acompañarla a través de más de mil kilómetros en la carretera; su padre, quien trata de publicar un libro sin tener éxito, dice odiar a los perdedores, y lo peor es que Olive no tiene ninguna posibilidad de ganar.

Dwayne, sin estar de acuerdo con que “esa gente” juzgue a su hermana, trata de impedir que salga a hacer su número. “¡No es una reina de belleza!”, dice. La respuesta de Sheryl, su madre, me parece excelente: “No, escúchame. Olive es quien es. Se ha esforzado mucho. Le metió todo a esto. No la podemos privar de este momento. Sé que la quieres proteger, pero hay que dejar que Olive sea Olive.”

Olive se muestra como es con esmero, a pesar de que su baile es realmente ridículo, que raya en lo grotesco, y que, además, parece haberlo aprendido en un tugurio. La organizadora quiere expulsarla del escenario; le pregunta al padre, enojada: “¿¡qué está haciendo su hija?!”. Richard, el hombre que sólo habla de sus nueve pasos para ganar en la vida, y admitiendo que su hija perderá rotundamente, le contesta: “se esmera, eso hace”.

Con miradas inquisitivas encima, la familia de Olive se levanta, la apoyan, le sonríen, se ríen, aplauden... La pasan bien.

Así que, la familia protagónica acompaña a Olive, una niña extraordinaria de siete años, a un ridículo concurso de belleza infantil en el que va a participar junto con otras niñas que, a diferencia de ella, parecen de plástico. Es una familia singular, pero unida: Richard, Sheryl, Dwayne, Frank y Edwin, viven bajo el mismo techo y conviven dentro de una Combi; problemas económicos a superar, pláticas, amistad, Nietzche, Proust, homosexualidad aceptada, rehabilitación y una forma divertida de arrancar la camioneta, son algunos elementos que caracterizan a estos peculiares personajes.

Como menciona Dwayne, "la vida es un maldito concurso de belleza tras otro". Lo bueno es que podemos elegir no competir. No se trata de que estemos unos por encima de otros... creo que eso sólo provoca asfixia.