domingo, 27 de marzo de 2011

Cuento del mes

La hora del baño es un momento ideal para pensar: no me imagino una mente en blanco en la ducha; mucho menos la de una adolescente cuyas ideas buscan cualquier espacio del día para salir alocadas a recordar cualquier chisme, pensar en lo que se pondrán, lo gordas que están o, peor aún, golpear su autoestima deteniendo cualquier aspiración de obtener una cita. ¿A quién no le pasó esto alguna vez?

Regando las flores es el "Cuento del mes" elegido esta vez para recordar todas las cualidades que las adolescentes cubren con autoreproches sin fundamentos (o que al menos generalmente no los tienen) y la peligrosa combinación de la inseguridad, la adolescencia y... la ducha.

Va pues...

Regando las flores

¡No puedo creer que Pato me invite a salir! Soy un desastre: llegará en media hora y apenas se me ocurre meterme a la regadera. ¿Cómo lograré secarme todo el pelo? ¡Parece una escoba! Debí heredar los chinos de mamá. Se me verían increíbles si tuviera también los ojos verdes de papá.

¡Ups! ¡No sale agua caliente! Seguramente el inútil de Pablito dejó la compuerta del boiler abierta. Podría intentar bañarme con agua fría, como la tía Raquel. Lo hace diario; según ella tonifica los músculos...¡Waw, como los de Pato! ¡Parece de veinte años con esos brazotes! Debería asegurarlos...¿qué sería de él sin esos conejotes? Como la cantante esa que se aseguró el trasero...Jennifer..¿qué?

¡Waw! ¡Está helada! La tía Raquel está loca. ¿Es insensible o qué? ¿Será por eso que usa copa C? Porque si me garantiza alguien que con esto me crecen las boobies, me cae que me aguanto. ¡Oigan! ¿Cuándo van a crecer, eh? No es justo... ¡Ceci ya las tiene como de señorita y yo parezco un niño! Mi tía dice que eso es lo único que les importa a los hombres... ¿se quedaron en la etapa de la lactancia o qué?

Qué bueno que no fui niño, al menos así me puede gustar alguien como Pato. ¿Besará rico? ¡Uy! ¡Pero si me besa me va a ver bien la cara! A veces no entiendo qué me vio. ¿Qué no se percató del barro monumental que tengo en la frente? ¡Parece un tercer ojo! Tal vez pueda esconderlo con un poco de maquillaje de mamá. Pero, ¿cómo voy a esconder las lonjas que salen de mi pantalón talla tres? ¡No puede ser! Soy una cerda... hace un año era talla dos.

Y tal vez tampoco se dio cuenta de mi narizota, ni de mis piernas pálidas, ni de mis cejas raras, ni de mi meñique chueco, ni… ni… ¿No preferirá una rubia anoréxica de ojos verdes y pelo chino? Ya se: ¡Seguramente me llevará al cine para que después le pase la tarea!